Las pirámides de Mesopotamia

Los zigurats fueron las construcciones más importantes de la arquitectura en la antigua Mesopotamia. Tienen forma de pirámide escalonada, rematada en su punto más alto por una capilla o santuario, dedicada a la divinidad de la ciudad. Estas edificaciones podían ser utilizadas, en numerosas ocasiones, como observatorios astronómicos.

Resulta interesante destacar también la orientación de los ángulos del templo, todos ellos hacia los cuatro puntos cardinales. La construcción de estos edificios era obligada a los diferentes reyes, y simbolizaba la unión entre el cielo y la tierra. Estas «pirámides mesopotámicas» eran empleadas, en multitud de ocasiones, como centros de aprendizaje. En otros casos, podían emplearse a modo de almacén, acumulando en ellos las ofrendas que la población realizaba y, posteriormente, haciendo un reparto de las mismas entre todos los habitantes de la ciudad. En la mayoría de estos templos se han podido encontrar tablillas en las cuales se recoge la administración del templo, con una perfecta y antigua escritura cuneiforme.

Además, la forma escalonada del monumento también poseía un significado concreto: serviría de escalera para los dioses que bajasen del cielo a la tierra.

Entre los zigurats más conocidos destaca el de Ur, descubierto por el arqueólogo inglés Leonard Wooley en la actual Irak. Únicamente se conserva una pequeña parte de la construcción. Todo el exterior estaba reforzado por ladrillos cocidos, mientras que los interiores estaban formados, principalmente, por adobe. Con varias terrazas, el acceso tenía que realizarse mediante tres grandes escaleras. Un muro encerraba esta construcción dedicada a la diosa-luna Nannar junto con otros tres edificios: Enuma, que era el almacen del templo; Gi-par-ku, residencia oficial de las sumas sacerdotisas; y E-hur-sag, el palacio real.

Otros zigurats de gran importancia pueden ser los situados en las antiguas ciudades mesopotámicas de Uruk, Nippur y Larsa.

Fuentes: homines, Sobre Historia, arteHistoria